VESTALES

MITOLOGÍA UNIVERSAL Capítulo 17, III Parte

Para tan delicado y conflictivo menester como era el mantenimiento del fuego sagrado, la diosa Hestia/Venta se ayudaba de una corte de damas jóvenes, cuyo protagonismo en la historia de las leyendas ha que dado suficientemente probado a través de los tiempos.

Y es que la necesidad de que el fuego ardiera insistentemente se hacía extensiva a toda la sociedad. Pues, en caso de que se apagara, las dificultades para reavivarlo de nuevo eran de tal magnitud que sólo los sacerdotes estaban preparados para conseguir, acudiendo a la acción de los rayos del sol, que ardiera de nuevo. También lo conseguían frotando con un taladro un trozo de madera seca.

Todo lo anterior nos inclina a sospechar, o intuir, que acaso hubo un tiempo en que el fuego sagrado dejó de arder, lo cual causaría grave trastorno entre los mortales. Toda actividad se paralizaría, las urbes se transformarían en lugares de llanto y, en definitiva, las mayores desgracias recaerían sobre los humanos. De aquí que, también, se concediera una gran importancia a la selección de las sacerdotisas que entrarían a formar parte del séquito de la diosa Hestia/Venta.

Entre los antiguos clásicos, estas jóvenes recibían el nombre de vestales. De su enseñanza y de la valoración de sus aptitudes se encargaba el gran pontífice y los "flámines". Estos últimos eran sacerdotes que actuaban por libre, sin pertenecer a secta, colegio o agrupación de ningún tipo. Otro de sus cometidos consistía en soplar la llama del fuego del altar para que nunca se apagara.

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