UN LUGAR OCULTO BAJO EL INMENSO OCEANO

MITOLOGÍA UNIVERSAL Capítulo 14, V Parte

El agradecimiento de Hefesto/Vulcano hacia las nereidas que le habían salvado la vida no tuvo límites y, siempre que se le presentó la ocasión, accedió con gusto a sus peticiones. Ya se trataran éstas de fabricar las armas para uno de los héroes protegidos por las pobladoras de mares y océanos; o ya fuera necesario, en ocasiones, fabricar hermosos cetros, y collares, y tronos, y coronas de incalculable valor...

El propio Hefesto nos describe así los hechos:

"Me vi arrojado del cielo y caí a lo lejos por la voluntad de mi insolente madre, que me quería ocultar a causa de la cojera. Entonces mi corazón hubiera tenido que soportar terribles penas, si no me hubiesen acogido en el seno del mar Tetis y Eurínome, hijas del refluente Océano. Nueve años viví con ellas fabricando muchas piezas de bronce —broches, redondos brazaletes, sortijas y collares— en una cueva profunda, rodeada por la inmensa, murmurante y espumosa corriente del Océano. De todos los dioses y los mortales hombres, sólo lo sabían Tetis y Eurínome, las mismas que antes me salvaran. Hoy que Tetis, la de hermosas trenzas, viene a mi casa, tengo que pagarle el beneficio de haberme conservado la vida".

Hefesto estaba muy agradecido a sus protectoras, las ninfas del mar, y supo cumplir fielmente el encargo que Tetis —con grandes muestras de preocupación— le había encomendado. Esta había acudido al palacio del "ilustre cojo de ambos pies" para hacerle partícipe de su pena y para rogarle que fabricara una armadura para su hijo, el valiente Aquiles.

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