FRUTO DE LA DISCORDIA

MITOLOGÍA UNIVERSAL Capítulo 14, IV Parte

El gran cantor de mitos que fue Homero nos habla, en "La Ilíada", de la cojera de Hefesto, en términos que difieren de lo establecido hasta entonces. Allí se describe la desazón de Hera ante la imagen de un hijo suyo que, apenas recién nacido, presenta rasgos físicos tan deformes. Había sido engendrado en tiempo de ira y discordia, cuando el egregio matrimonio del Olimpo protagonizaba violentas y continuas discusiones.

Presa de un arrebato, del que se arrepentirá con posterioridad, la esposa del poderoso Zeus arroja al indefenso Hefesto al abismo del cosmos. Después de caer durante un día y una noche, llegó hasta el gran océano. Allí lo recogieron las criaturas que en él habitan y lo cuidaron con mimo. Construyeron una cueva en las profundidades abisales del mar y, dentro de ésta, instalaron una fragua con útiles varios para que Hefesto/Vulcano trabajara con mano de experto artesano los metales brutos.

Cuentan las crónicas que, durante más de nueve años, "el ilustre cojo de ambos pies" permaneció en tan afamado lugar dedicado a la tarea exclusiva de satisfacer todos los deseos de sus salvadoras. Las regaló con gran variedad de presentes salidos de su propia mano y realizó para ellas joyas de exclusivo diseño e incalculable valor.

Sin embargo, no tuvo los mismos sentimientos para con Hera y, aunque se trataba de su propia madre, jamás la perdonó su cruel acción. Durante mucho tiempo buscó la forma de vengarse de ella y, por fin, un buen día dio con la fórmula adecuada: se trataba de la famosa trampa del trono fastuoso.

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