LEGENDARIOS RELATOS

MITOLOGÍA UNIVERSAL Capítulo 14, III Parte

En las entrañas de la mítica montaña se trabajaba duro; y no sólo se forjaba el hierro, sino que también, el nutrido grupo de operarios al mando de Hefesto/Vulcano, mantenía febril actividad en torno a la construcción de diversos objetos utilizando materiales nobles.

Y, así, pronto cumplimentarán encargos que pasarán a la historia como verdaderas obras de arte. Traigamos a colación, pues es de ley, el más hermoso de los escudos que imaginarse pueda. Fue fabricado, por encargo de Afrodita/Venus, para defensa y orgullo del héroe Eneas. Era todo él de oro y sus relieves hacían alusión a un idílico tiempo futuro que no pudo cumplirse nunca. Contra él nada podían flechas ni dardos enemigos:

"y lánzale un dardo agudo y luego, tras de aquél, otro y otro y otro aprisa, y ándase en torno de él en ancho cerco; mas el escudo de oro los repara"

Otra de las obras que salieron de la mítica Fragua de Vulcano, fue el radiante y ostentoso carro que conducía el hijo del titán Hiperión, es decir, Helio — personificación del Sol, que tenía por hermanas a la Aurora y a Selene/la Luna—, el cual llevaba aparejados cuatro hermosos caballos que tiraban de él con inusitado brío, y cuyos nombres hacían alusión al fuego, a la radiante luz, al calor y a la claridad: "Ardiente", "Resplandeciente", "Brillante" y "Amanecer". Un hermoso carruaje para Helio, el más célebre de los aurigas y quien mejor sabía manejar las bridas de sus bravos corceles.

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