SU PRIMERA CAZA

MITOLOGÍA UNIVERSAL Capítulo 11, VIII Parte

De la isla, Artemis salta a la Arcadia, dejando atrás a sus infantiles y asustadizas ninfas, marchando con su arco listo para abatir toda pieza que se ponga a tiro. Allí se encuentra con Pan, y éste le proporciona una jauría, con los diez mejores sabuesos que se pueden conseguir en el planeta. Emprende la marcha y captura durante el camino un par de hermosas corzas que van a servirle de espléndido e insólito tiro para su carro construido en oro. Ya pertrechada, preparada la jauría que Pan le ha regalado, las corzas uncidas al carro de oro, y su arco de plata tenso y listo para la caza, se va al monte Olimpo, para iniciar su vida de diosa adulta. En el monte, Artemis ensaya el arco y dispara dos flechas a los árboles; mata a una bestia salvaje con la tercera; al cuarto tiro alcanza a una ciudad impura. Con los cuatro tiros de su arco, el que también es emblema de la Luna en cuarto creciente, la joven Artemis ha desplegado la panoplia de sus facultades divinas.

Son cuatro flechas con las que ha asentado su poder sobre los bosques y los animales. Poder sobre la vida y la muerte de sus patrocinados, mientras que, de paso, ha recordado que también las ciudades han alto puestas bajo su tutela y vigilancia, por orden expresa y sobradamente generosa del padre Zeus. Terminada su primera expedición, Artemis se da la vuelta y ordena a su tropilla animal el regreso a Grecia, para reunirse con sus ninfas, contarles el resultado, y dar reposo a sus ciervas, que reciben de las gentiles doncellas nada menos que el trébol de los campos privados de Hera; el trébol que da la fortaleza y asegura el crecimiento instantáneo a los animales que lo coman. Es el reconocimiento total a su reinado apenas comenzado sobre la faz de la tierra.

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