PERSONIFICACION DEL SOL Y DE LA LUZ

MITOLOGÍA UNIVERSAL Capítulo 10, V Parte

Hay otras versiones más poéticas del pasaje que muestra al dios Apolo acabando con la serpiente Pitón. Tales interpretaciones conciben semejante suceso siempre en relación con una especie de simbolismo que habría que desvelar, en cuyo caso llegaríamos a una explicación un tanto atractiva del mito y, en todo caso, hasta más real.

En tal sentido se dice que ese monstruo, esa enorme serpiente Pitón era una forma antropomórfica, elaborada por los propios mortales, para explicar las crecidas del rápido torrente que cruzaba, con ensordecedor ruido, toda la región en donde se desarrollaron los míticos sucesos.

Al finalizar la estación invernal, y con la llegada de la primavera, el caudal del hasta entonces insignificante arroyo que, naciendo en la cumbre del monte Parnaso, cruzaba los valles y montañas de Delfos, aumentaba considerablemente, en parte debido al deshielo. Formaba cascadas de gran altitud y se introducía con estrépito por entre las terrazas del propio anfiteatro de Delfos y, al propio tiempo, describía mil vericuetos —visibles unos, ocultos otros;— todo ello contribuía a la formación de un cauce irregular e incontrolado. El lecho del torrente se hinchaba sobremanera y, desde una perspectiva lírica, se asemejaba al despertar de una enorme serpiente dispuesta a no dejarse dominar por ningún mortal.

Solo la presencia del Sol, allá arriba, lograría mermar, con el poder calorífico de sus rayos, el desbocado caudal del torrente. Nos hallamos ya en el estío y Apolo —la personificación del Sol y de la luz— se dispone a frenar, hasta agostarlo, aquella movilidad exacerbada del torrente y de sus desbocadas aguas. El dios, Apolo, ha vencido a la serpiente Pitón, pues donde había un crecido río, apenas ahora se distingue un insignificante regato. Los rayos del sol simbolizarían las flechas que Apolo envía con fuerza inusitada, lo cual indicaría que nos hallábamos ya en pleno verano, contra las, hasta aquí, abundantes aguas del torrente. El resultado será la muerte de éste —el torrente— a manos de aquél —el Sol, es decir, la personificación del dios Apolo—; y, así, se cumplen los vaticinios de los cantores de himnos, cuando se refieren a la muerte de la Pitón por Apolo:

"No; la muerte cruel no podrá ser apartada de ti (...), te pudrirás ahí, bajo la acción de la tierra negra y del brillante Sol"

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