MITOLOGÍA UNIVERSAL Capítulo 12, XV Parte
La ayuda enviada por los dioses del Olimpo a un mortal como Odiseo hizo que éste pudiera conocer todos los ardides de la hechicera Circe y, gracias a que siguió al pie de la letra los consejos de Hermes, logró rescatar a sus compañeros y deshacer el terrible encantamiento que los mantenía convertidos en cerdos y recluidos en pocilgas.
Oigamos los avatares que para ello tuvo que pasar nuestro héroe narrados por él mismo:
"Hermes se fue al vasto Olimpo, por entre la espesura de los bosques de la isla, y yo me encaminé a la morada de Circe, revolviendo en mi corazón muchos planes. Llegando al palacio de la diosa de lindas trenzas, paréme en el umbral y empecé a dar gritos; la deidad oyó mi voz y, alzándose al punto, abrió la magnífica puerta y me llamó, y yo, con el corazón angustiado, me fui tras ella. Cuando me hubo introducido, hízome sentar en una silla con clavos de plata, hermosa, labrada, con un escabel para los pies, y en copa de oro preparóme un brebaje para que bebiese, echando en el mismo cierta droga y maquinando en su mente cosas perversas. Más tan pronto como me la dio y la bebí, sin que lograra encantarme, tocóme con la vara mientras me decía estas palabras:
— Ve ahora a la pocilga y échate con tus compañeros.
Así habló. Desenvainé la aguda espada que llevaba cerca del muslo y arremetí contra Circe, como deseando matarla."
Los consejos que Hermes dio a Odiseo salvaron a éste y a sus compañeros, puesto que Circe fue obligada por el héroe a devolverles su figura humana.
Aunque, sin embargo, permanecerían en la isla de Circe, agasajados por la hechicera y sus doncellas, durante bastante tiempo:
"Allí nos quedamos día tras día un año entero y siempre tuvimos en los banquetes carne en abundancia y dulce vino."
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