NODRIZA DE EXCEPCION

MITOLOGÍA UNIVERSAL Capítulo 19, II Parte

Cuentan las crónicas de los cantores de mitos que en cuanto la misteriosa viajera se encontró socorrida por el rey de Eleusis y los suyos, olvidó con premura sus cotidianos sufrimientos y, al menos durante un tiempo prudencial, desechó aquella amargura que antaño la embargara. Ya no se acordaba de cuando se hallaba

"recostada en una piedra de un desconocido camino, con su corazón desgarrado por el dolor, cerca de una fuente de aguas cristalinas, a la sombra de un espeso olivo que la cubría con sus ramas"

A la misteriosa viajera se le encomendó el cuidado de un niño pequeño, Demofonte, hijo de Celeo y de su esposa Metanira. La criatura no gozaba de buena salud, por lo que tenía profundamente apenados y preocupados a sus padres; éstos habían recurrido a los más afamados curanderos de todos los países, en demanda de ayuda para su delicado niño y, hasta entonces, todo había resultado inútil. Ningún remedio había sido hallado aún para contrarrestar la enfermedad o el mal padecidos por él.

Mas en cuanto Deméter se constituye en su nodriza y protectora todo cambia radicalmente. Y es que la diosa, agradecida por la hospitalidad de sus anfitriones, quiere devolverles con creces el favor y las atenciones que la han dispensado. Para ello, amamantar al niño con su divina leche, lo alimentará con ambrosía —el manjar melifluo de los dioses—, lo mecerá en su acogedor regazo y lo cubrirá de su salvífico aliento. Intentará, también, hacerlo inmortal e inmune al dolor y la miseria de los humanos; más, a punto ya de lograrlo, sucedió lo irreparable.

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