DEMETER/CERES

MITOLOGÍA UNIVERSAL Capítulo 19, I Parte

Después de que ya había recorrido un largo camino, en busca de su amada hija. Deméter decidió sentarse a descansar a la vera de un sendero angosto que cruzaba la región de Eleusis. Apoyada sobre una piedra tosca, reflexionaba la diosa acerca de su infortunio, pues aún no había hallado ni rastro de su hija, cuando una muchacha, que venía de recoger agua del cercano pozo que allí mismo manaba, se acercó a ella con la sana intención de ayudarla.

El aspecto avejentado de Deméter no arredro a la noble hija del rey Celeo —que a la sazón gobernaba en el Ática—, pues no otra era la muchacha de que hablamos, quien rogó a la diosa le contara su infortunio. Deméter dio rienda suelta a su imaginación y se dispuso a explicar a su joven interlocutora todas las cuitas y avatares que pudo imaginarse en aquellos momentos. Y, así, contó que había sido abandonada por unos piratas que arribaron a las costas del Ática, y que la crueldad de estos malhechores no tenía límites, pues anteriormente la habían raptado y apartado de los suyos.

Por esto, se encontraba tan maltrecha y desesperada, que se atrevía a recabar de la joven ayuda material. Necesitaba hallar un trabajo en el palacio de su padre, bien fuera de nodriza, de niñera o de criada, pues conocía todas las labores propias de las mujeres experimentadas del Atica. En definitiva, le estaba pidiendo ayuda y consuelo para no dejarse llevar de la más abyecta de las desesperaciones. La hija del rey Celeo intercedió ante su buen padre y, de este modo, tuvo Deméter oportunidad de mostrar sus cualidades y poderes en la corte.

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