EL SEGUNDO REINO DE NEPTUNO

MITOLOGÍA UNIVERSAL Capítulo 18, XIX Parte

Con el barroco en su esplendor, los olímpicos volvieron a adornar las mansiones de la corte y sus motivos fueron de nuevo traídos a escena y aceptados otra vez, ahora como artísticos homenajes heráldicos a los príncipes y señores. Los pintores cubrieron lienzos y paramentos con la exaltación mitológica; los dioses también se convirtieron en motivo central de parques y plazas y sus efigies volvieron a instalarse al aire libre, sin miedo a la curia inquisitorial, que dejaba que se exhibieran los gloriosos desnudos clásicos, a cambio de otras concesiones encubiertas y más ventajosas para sus nuevos intereses de dominio en el mundo en expansión, en la época álgida de los descubrimientos y exploraciones. Neptuno volvía a reinar entre los cortesanos, pero renunciaba para siempre a poseer más suelo que el que necesitase su pedestal ornamental. Su nombre se iba a repetir en embarcaciones de guerra o en máquinas militares y ya, como mascarón de proa, iba a limitarse a surcar las aguas por delante de los almirantes, más lejos cada día de la anhelada tierra firme.

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