EXTRAÑO RITUAL

MITOLOGÍA UNIVERSAL Capítulo 19, III Parte

Cada noche, después de que todos los servidores del palacio de Celeo se retiraran a sus respectivos aposentos, la diosa cogía al pequeño con ternura y lo tendía sobre el rescoldo de una lumbre que ella misma había encendido. Se proponía purificarlo, mediante semejante ritual, y hacerlo inmortal.

Pero Metanira —que ya con anterioridad se había sorprendido ante el aluvión de la luz que inundara el palacio, debido a la presencia de la mujer misteriosa que siempre se cubría el rostro con un velo— siguió a Deméter/Ceres hasta el lugar en el que la diosa se disponía a iniciar el ritual salvífico y catártico.

Observó con gran temor el modo cómo la diosa depositaba a su delicado hijo entre las llamas de una hoguera y huyó, al punto, despavorida. Los gritos de la madre asustaron a Deméter/Ceres y, en aquel mismo momento, la diosa descubrió su identidad, en un intento de tranquilizarla; sin embargo, todo el encantamiento quedó roto. Entonces Ceres, ya que no podía darle la inmortalidad, decidió enseñarle una manera de atraer hacia el futuro muchacho las miradas y el agradecimiento de los demás mortales. Todas las artes de la siembra, la siega y la recogida de los frutos de la cosecha, le fueron enseñados a Demofonte por la agradecida diosa. También le regaló un hermoso carro, cuyos corceles eran dragones de enormes dimensiones, y con el que se podía viajar a los diferentes lugares y rincones del mundo con el fin de enseñar a todos los humanos de todas las latitudes los métodos más idóneos para labrar y sembrar la tierra, y producir frutos sanos y copiosos. Y, desde entonces, comienzan a utilizarse instrumentos como el arado.

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