LA MALA FORTUNA DE ESCILA

MITOLOGÍA UNIVERSAL Capítulo 18, IX Parte

Poseidón tuvo que fijarse, desgraciadamente, en los encantos de Escila, bella hija de Forcis y Hécate, hermanastra, por tanto, de Esteno, Euriale y Medusa, las tres monstruosas Gorgonas. Sin llegar a saberse en un peligro tan grande, la deliciosa Escila se vio convertida por obra y gracia de los celos de Anfitrite, en un monstruo que nada tiene que envidiar en espanto a las Gorgonas. Ella, la que fue bella y joven, queda convertida en un perro terrorífico, que tiene seis cabezas y una docena de patas.

Hay quienes dicen que la autora de tal horror es Circe, también celosa de su belleza, pero ahora nos interesa más referirnos a la leyenda de Anfitrite y Escila, para terminarla. Pues bien, después de haber sido castigada a la monstruosidad, Escila se empareja con su también desgraciada hermanastra Caribdis, por ser hija de Gea y Poseidón, sobre los peñascos que serían la pesadilla de los navegantes. En ellos, primero situados en la Argólida y luego en el estrecho de Mesina, dominando el estrecho paso entre la península italiana y las costas de Sicilia, Escila atrapaba a los navegantes que elegían apartarse del remolino de Caribdis y acercarse a su roca, los destrozaba con una de sus múltiples fauces y engullía sus triturados restos con la misma parsimonia que los mastines. A pesar de contar con ese su aspecto paralizador, la monstruosa Escila sólo emitía para sorpresa de los pocos afortunados que podían oírla y después contarlo, un sonido breve y lastimero, como si se tratase de una perrilla, de una cría de pocos días abandonada por su madre y que solicitaba el cariño de algún compasivo amo, como si la Escila que fue doncella hermosa, reclamase inconscientemente la piedad que Anfitrite no tuvo con ella, víctima inocente de su propia belleza y de la lujuria insaciable de los dioses mayores, siempre ansiosos de apoderarse por la fuerza o por sus especiales poderes, de las divinidades femeninas o de las mujeres mortales, sin reparar jamás en el daño que causaban a su paso.

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