JANO, DISPUESTO A ACABAR LAS GUERRAS

MITOLOGÍA UNIVERSAL Capítulo 13, XI Parte

En Roma, Jano ocupaba un puesto muy especial, era la divinidad latina por excelencia, la que se encargaba de comenzar y acabar todas las cosas, hasta las guerras. Jano estaba a cargo de las puertas y su mes era el primero del año. Cuando se iniciaba un conflicto, se abrían las puertas de su templo, del lugar edificado por el mismo Numa Pompilio que recibió el escudo de bronce de Marte, y éstas quedaban así hasta que se hubiera terminado por alcanzar la victoria o en firmar la paz con el enemigo. Jano había ido al campo de batalla con su pueblo y, hasta que estuviera de nuevo en casa, no se le debía cerrar el paso a su morada sagrada. Cuando los rabinos, que querían vengarse a toda costa del rapto de sus mujeres por los romanos, intentaron forzar las puertas de las murallas romanas, Jano, como padre de todo lo que comenzaba en el suelo terrestre, hizo brotar del suelo un manantial poderoso y nauseabundo que alejó a la tropa enemiga.

Aquí, en esta leyenda, se puede comprender mejor que su misión era la de alejar el peligro, no de castigarlo. Los rabinos estaban justamente indignados y Jano se limitó a ponerlos en fuga con uno de sus ardides incruentos. Jano, además, tenía muy peculiar personificación, la de un dios con dos caras sobre una única cabeza. Jano era el dios bifronte, el que mira por nosotros al pasado y al porvenir a un tiempo, para prevenir el futuro y recordar siempre la lección de la historia. Jano era mucho más que la divinidad auxiliar de Marte, era el contrapunto a la insania de la guerra, a la soberbia de los contendientes y de sus altivos generales, por eso sus fieles le pedían que nunca se abriesen las puertas del templo. En tiempos de Augusto, el pacificador, su templo fue restaurado, tal era la importancia que su tarea suponía para la nueva etapa de pacificación de toda la órbita imperial.

No hay comentarios: