HERA JUSTICIERA

MITOLOGÍA UNIVERSAL Capítulo 8, X Parte

Pero la ira de la diosa Hera se hacía extensa, además, a todos los amores de su esposo Zeus. Para lograr sus propósitos no vacilará en utilizar todo su poder de seducción y todas sus mañas. Lo mismo jurará sin intención alguna de cumplir con su promesa, que realizará, en otros casos, acciones en contra de sus principios, por temor a las represalias del poderoso Zeus.

El hecho es que Hera tiene mala fama entre los mortales, pues se la teme como diosa castigadora y vengativa. Su furia llega hasta los descendientes de quienes han aceptado la relación con Zeus y han claudicado ante sus pretensiones. El caso de Epafo, al respecto, es significativo. Sucedió que Zeus, como era costumbre en él, se enamoró de una bella sacerdotisa de su esposa Hera, a la que transformó en vaca para que ésta no sospechara de sus amores hacia Io, pues tal era el nombre de la nueva amante del rey del Olimpo.

Al principio, Io rehuyó al poderoso dios y rechazó, una y otra vez, sus ofrecimientos. Mas, después de consultar al oráculo, decidió aceptar las proposiciones de Zeus, pues la respuesta de la sibila indicaba que de no ceder Io, provocaría la cólera del poderoso dios.

Hera, sin embargo, descubrió las relaciones de su esposo y su sacerdotisa, y, además, supo de la artimaña empleada por Zeus para despistarla. Entonces, Hera, una vez que descubrió cuál era la vaca que personificaba a Io, envió contra ella a un enorme tábano que la picaba persistentemente, y la impedía parar en lugar ninguno. De este modo, huyó hacia otras latitudes —se dice que huyó hacia Egipto por el paso del Bósforo, que significa, desde entonces "paso de la vaca"—, hasta llegar a un lugar que, una vez devuelta su forma humana, fundó ella misma con el nombre de Menfis.

Allí, a orillas del Nilo, en Egipto, nacería Epafo, hijo de Zeus y de Io. Hera, dolida por no haber podido conseguir sus propósitos, que consistían preferentemente en impedir la consumación de los amores de su esposo, Zeus, con la bella Io, ordenó el rapto del hijo de ambos. Pero Zeus luchó contra todo aquel que intentara hacer daño a Epafo y, al propio tiempo, hizo huir a los secuestradores del muchacho.

Y cuentan las leyendas que Epafo, con el tiempo, fue uno de los célebres reyes del país egipcio.

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