EL PARNASO

MITOLOGÍA UNIVERSAL Capítulo 5

Existen otros lugares que han servido a los dioses de refugio y que aparecen cargados de leyendas.

Algunos dioses se caracterizaban por una febril actividad y, cuando llegaba la estación estival, se encargaban de repartir calor y luz por doquier. Tal era el caso de Apolo —dios de la medicina, de la poesía y de la música, protector de los campos y de los pastores y sus rebaños— que vivía en las altas cumbres del Parnaso, en compañía de las Musas. Se ocupaba de enseñarles el arte de la adivinación en lo cual estaba muy ducho. Se dice que leía el futuro y, por ello, se le encargó confeccionar las respuestas del Oráculo de Delfos.

El Parnaso se encontraba en un monte extenso de la región de la Fócida. Al comienzo de la primavera era atravesado por un torrente de agua, que corría hasta el anfiteatro de Delfos y se introducía en los verdes valles de Plastos, hasta inundarlos.

La escarpada cumbre del Parnaso, según cuentan las leyendas, sirvió de refugio a los hijos de Prometeo, los cuales se salvaron de morir ahogados cuando Zeus decidió acabar con los humanos por medio de la lluvia. Pero las aguas no anegaron el Parnaso y, por lo mismo, la especie humana no sucumbió.

En la falda del monte Parnaso se encontraba la fuente de Castalia, cuyas aguas tenían la propiedad de inspirar a quienes allí bebieran. Por todo esto, era un lugar visitado a menudo por los poetas en busca de su musa.

Los relatos más antiguos explican que el nombre de Castalia lo ha recibido la fuente en memoria de una joven de Delfos. Como ésta fuera perseguida por el enamoradizo Apolo, y no teniendo intención de ceder a las pretensiones del mujeriego dios, prefirió tirarse al agua y así perecer ahogada.

No hay comentarios: