EL MISTERIO DIONISIACO

MITOLOGÍA UNIVERSAL Capítulo 20, XV Parte

En otra zona muy remota del culto al dios, Baco permaneció también en Roma ligado a los ritos mistéricos, como había sucedido desde Tracia con el culto a Dioniso—Zagreo. Es la otra zona, la muy personal de la religión sentida en profundidad y practicada con convencimiento, del culto realizado en privado y acompañado de un deseo proselitista; es la zona delimitada por el anhelo de establecer una moral de validez universal, dirigida a la consecución de los valores prometidos desde el cielo, a través de la religión de la vida eterna, del culto a la muerte y a la resurrección posterior. De ese culto a las almas inmortales y de la asunción de la posibilidad última, para todos, de alcanzar la eternidad, se va a derivar una liturgia intimista, una mística muy diferente de los cultos abiertos y públicos, del panteísmo agrícola. Ahora se centra el culto y la creencia, en la purificación constante, en las etapas sucesivas de una serie de vidas, de reencarnaciones, que van a conseguir el sueño órfico de reunir el alma liberada con Dioniso—Zagreo. Este culto órfico de la larga búsqueda de la eternidad se sitúa en Roma junto a los de Deméter, Serapis, Cibeles, Mitra e Isis y Osiris, dentro del enorme muestrario de la importancia espiritual que señala la necesidad, que va creciendo entre los romanos, de encontrar una explicación al misterio de la vida, un sentido a la existencia, en una sociedad que ha conseguido un nivel cultural y material muy elevado y ha llegado a la crisis moral, a la exploración de las soluciones a los misterios que la liturgia oficial, pragmática, no ha podido o ha querido resolver más que en su aspecto exterior.

No hay comentarios: