EL EMBROLLO DE TROYA

MITOLOGÍA UNIVERSAL Capítulo 13, IX Parte

Para empezar, se debe aclarar que Troya existió y que fue tardío su descubrimiento, cuando nadie sospechaba que la historia pudiera tener alguna relación con la mitología. Pero muchos estudiosos, sobre todo tras la verificación de que esa ciudad a orillas del Helesponto existió, han trabajado en el análisis a fondo de los mitos clásicos, para llegar a su esencia, como es el caso del trabajo historiador del propio Robert Graves, uno de los más destacados han coincidido en interpretar toda la mitología básica helenística como una explicación heredada de la historia no escrita de los diversos pueblos que después darían forma al conjunto griego. Troya era una ciudad próspera y excelentemente situada, un enclave perfecto para el comercio entre los dos lados de la embocadura del Mar Negro, entre Europa y Asia y, también, por la misma causa, un punto estratégico codiciado por las distintas etnias y tribus que querían hacerse con ella. Se han descubierto diez ruinas diferentes de Troya, superpuestas y todas ellas muestras de los conflictos originados por su posesión y control.

La Troya de la que se nos habla en "La Ilíada" debe ser la que corresponde a la séptima capa de restos. La guerra de Troya que nos cuentan Homero, Esquilo, Eurípides, Apolodoro, Sófocles y, desde Roma, Virgilio, es un hecho cierto, aunque se haya maquillado su aspecto con distintos afeites de ejemplaridad, crueldad, heroicidad o absurdo. Con la séptima destrucción de Troya y la consecución de la hegemonía de Atenas sobre el comercio del Mar Negro, los griegos se aseguraron el poder total sobre su zona de influencia. Fue un acto importante esa guerra y, sin embargo, Ares, dios de la guerra y responsable en buena medida de lo ocurrido, no sale nada bien librado del relato; antes bien, al contrario, la guerra se muestra desde el prisma de su sinrazón, sobre todo en las palabras de Eurípides, que viene a recalcar el monstruoso concepto de la lucha entre los seres humanos, y califica de absurdas e innecesarias las muertes de soldados y civiles, no sólo en el caso troyano, sino en cualesquiera otras guerras que se hayan conocido o se vayan a conocer en el futuro. También Homero trata, en "La Ilíada", con especial desprecio al nada estimado dios Ares, y no duda ni un segundo en calificarlo como un personaje ignominioso, que desconoce la piedad para los demás, sin ser capaz de atenerse a la misma regla cuando las tornas se vuelven en su contra; para él, Ares no es más que un homicida, el que está bañado en la sangre de sus víctimas, al que todos los hombres dedican sus justificadas maldiciones. Ares es también para Homero un dios cobarde en el combate, incapaz de soportar el terror que sembró en el campo de batalla; un ser innoble, que prefiere la huida a responder del daño causado.

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