DIANA DE ROMA

MITOLOGÍA UNIVERSAL Capítulo 11, XII Parte

Diana, como el resto del panteón latino, recibe la influencia de los dioses griegos entre los años 200 a 100 a. C. Entran con mucha fuerza los elaborados mitos helénicos y terminan por adueñarse de la leyenda local, pasando a formar parte de una mezcla de notas originales e importadas. Así Diana, celebrada especialmente en el mes de agosto, en el día decimotercero, que es la contrapartida romana de Artemis, deja atrás sus ciervas y se coloca junto a la vaca, un animal más doméstico, práctico y familiar que el silvestre corzo griego. Evidentemente, el cambio es de importancia y Diana, que sigue siendo una divinidad de primera fila en su nueva residencia, se transforma totalmente en divinidad muy doméstica, y pasa a ser protectora del pueblo llano y de los menos afortunados esclavos, en lugar de ser la reina y señora de las ciudades por entero.

En uno de sus más destacados lugares de culto romano, en el templo levantado en su honor por Servio Tulio en el Aventino, el edificio consagrado se convierte en lugar protegido, en refugio para todos los plebeyos exaltados, para los romanos de segunda que protestan del gobierno de la capital imperial, en una resistencia ciudadana a la injusticia, que es la primera protesta popular no cruenta recogida por las crónicas de la historia. La nueva divinidad tutelar tiene poco que ver, en un caso como éste, con la terrible Artemis, tan poco dada a apiadarse de los adultos y, menos aún, de los habitantes de la urbe, de la capital por excelencia. El paso de Grecia a la latinidad ha conformado una personalidad diferente y más amable a la diosa triple de la mitología helenística; por eso Diana es más recordada que la peligrosa Artemis o Artemisa de partida.

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