ATRAPADOS Y A LA VISTA DE TODOS

MITOLOGÍA UNIVERSAL Capítulo 13, IV Parte

Lanzados a su pasión, los dos desvergonzados quedaron atrapados por la red que se disparó sobre sus desnudos cuerpos. Cuando Hefesto regresó a casa, allí estaba la pareja y él, sin perder tiempo en consideraciones, mandó reunir al tribunal excepcional de los dioses. Las diosas no quisieron saber nada de aquella situación ignominiosa y dejaron que los varones fueran los que vieran y decidieran cómo terminar con aquella embarazosa disputa. Hefesto pedía la disolución del matrimonio y la devolución de lo que había pagado a Zeus por su hija, éste no quería saber nada de repudios y tampoco estaba nada contento con el método público empleado por su yerno; lógicamente, pensaba que las infidelidades se debían discutir dentro del recinto familiar: era él el menos adecuado para hablar ante los demás de esas cuestiones que tantos quebraderos de cabeza le habían proporcionado con Hera y con tantas otras diosas o mortales.

Mientras tanto, ante la belleza desvelada de Afrodita, los dioses comentaban con ironía la excelente suerte de Ares, a pesar de la impertinente malla, y no faltaban quienes hicieran ostensibles declaraciones de querer estar en su lugar, aunque fueran atrapados de tal guisa. Por fin Poseidón, harto del espectáculo y de lo que estaba oyendo, propuso que Ares restituyese la dote pagada por Hefesto para recuperar su libertad, y en caso de que éste no quisiera hacer honor a la deuda contraída con su comportamiento, algo que el marido temía, él, Poseidón, estaba dispuesto a suplirle y a casarse con la infiel Afrodita para zanjar el pleito y dejar que las aguas volvieran a su cauce. Naturalmente, Ares no pagó nada por su libertad, y Afrodita, cansada de su acompañante, se decidió a probar nuevas aventuras, ahora que tenía encandilados a buena parte de los que la habían visto en todo su esplendor.

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