MITOLOGÍA UNIVERSAL Capítulo 10, XIII Parte
La compasión de Febo por su amada fue tal que —sigue diciéndonos Ovidio— se dispuso a "ungir de néctar oloroso los despojos mortales y asegurar que tocarán en el cielo como si se hubieran convertido en una columna de quemado incienso".
Por contra, el odio experimentado, a partir de ahora, por el dios, hacia la acusona Clitia, hará posible que Apolo/Febo la desprecie y la envíe un ejemplar castigo. Oigamos de nuevo a Ovidio y reparemos en la descripción que de tales hechos nos hace en su obra ya citada:
"Como el amor había sido causa de la indiscreción de Clitia, Apolo jamás volvió a tener unión carnal con ella, y hasta la despreciaba cada día haciéndole saber sus amoríos. La ninfa Clitia no pudo sufrir tales desdenes. Miró al Sol con sus ojos clamorosos y tornóse lívida. Poco a poco sus pies se transformaron en tallo y su cuerpo violado en las flores olorosas de la violeta y del heliotropo"
También Homero llama Febo al dios Apolo en algunas ocasiones, y el propio Zeus — rey del Olimpo y padre de aquél — se dirige a él en los siguientes términos que "La Ilíada" recoge: "Ve ahora, querido Febo, a encontrar a Héctor, el de broncíneo casco"
Aparece con relativa frecuencia el apelativo Febo en la obra de Homero:
"... y Febo Apolo, que iba delante, holló con sus pies las orillas del foso profundo, echó la tierra dentro y formó un camino largo y tan ancho como la distancia que media entre el hombre que arroja una lanza para probar su fuerza y el sitio donde la misma cae. Por allí se extendieron en buen orden; y Apolo, que con la égida preciosa iba a su frente, derribaba el muro de los aqueos, con la misma facilidad con que un niño, jugando en la playa, desbarata con los pies y las manos lo que de arena había construido. Así tú, flechador Febo, destruías la obra que había costado a los aqueos muchos trabajos, esfuerzos y sacrificios, y a ellos los ponías en fuga".
La faceta guerrera de Apolo/Febo es resaltada en numerosos pasajes de la mitología y, en toda ocasión, nunca deja de obedecer y ayudar a su padre Zeus, lo cual redundará siempre en beneficio del hijo, quien verá, así, extenderse su poder a otros campos opuestos a lo bélico.
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