AQUI LLEGA ADONIS, EL BELLO ADONIS

MITOLOGÍA UNIVERSAL Capítulo 15, X Parte

Esmirna quedó condenada a permanecer para siempre en forma de árbol, sin tener siquiera la satisfacción de ser la madre del niño más prodigiosamente bello que jamás había existido, demostrando para siempre que la justicia de los cielos es tan poco esperanzadora como la de la tierra; pero, aparte de las consideraciones de ética, el hecho es que nació Adonis, y Afrodita, ya contenta con la lección dada a la doncella inocente de su belleza, no supo que hacer con la criatura, así que la ocultó a la vista de todos, dentro de un arcón y se lo entregó a la reina del imperio de las sombras y esposa a la fuerza de Hades, rey del Tártaro. A Perséfone, una vez que su amiga se hubo ido, le entró la lógica curiosidad por conocer el contenido del arcón. Dicho y hecho, lo abrió, miró asombrada, y fue a encontrarse con un niño tan bello, tan asombrosamente bello, que no pudo por menos que olvidarse de la petición de su colega, y se decidió a cuidarlo como su madre y algo más, aunque entonces no supiera hasta que extremo se iba a encariñar con la criatura a la vuelta de unos pocos años. A Afrodita le llegó la noticia de la adopción y se fue al infierno, dispuesta a armar un escándalo a la atrevida Perséfone. Pero ésta no se inmutó, y es más, declaró que no estaba dispuesta a abandonar al joven que le había crecido bastante bien entre sus brazos, puesto que ya era su muy satisfactorio compañero de juegos de amor, estuvieran o no de acuerdo el marido Hades o la voluble Afrodita. Lo que no llegó a suponer Perséfone es que su contendiente fuera a recurrir a Zeus, ya que la fuerza de su deseo —al ver la belleza de Adonis— había sido demasiado fuerte para resistirse a él. Zeus no quiso saber nada de un lío entre mujeres celosas y pasó el asunto a manos de Calíope, musa de la elocuencia y de la épica. La sentencia de Calíope fue digna de una musa: dictó que las dos rivales enamoradas del mismo hombre tenían derecho, por razones diversas, al disfrute de tan apetecible joven, pero juzgó oportuno hacer saber a las pleiteantes que también a Adonis debía reconocérsele el derecho a tener una similar temporada anual de descanso, para que holgase en libertad, como fuera de su gusto. Así que Calíope acordó: que Afrodita disfrutara de un tercio del año; Perséfone de otro tercio; y, finalmente, que Adonis pudiera gozar a su antojo, y en libertad, del tercio restante, pudiéndose considerar tal sentencia como el reconocimiento olímpico a las bien ganadas vacaciones del varón en liza.

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