ALGO MÁS QUE UN SIMPLE RECADERO

MITOLOGÍA UNIVERSAL Capítulo 12, XI Parte

Hermes cumplirá las órdenes de Zeus sin dudarlo ni un instante, por muy desagradables que éstas sean. Tal disposición le ha valido el título de mensajero de los dioses. Y será un fiel e implacable ejecutor de la voluntad de Zeus, el cual le tomará, además, como asesor y consejero; sobre todo le consultará respecto a ciertos asuntos que, por su peculiar naturaleza, resultan ciertamente desagradables.

Algunos encargos, que Hermes cumplirá sin vacilar, resultan cuando menos crueles e innecesarios. Entre éstos podemos citar la orden de dar muerte al fiel Argos, que custodiaba, por mandato de la diosa Hera, la vaca que ésta había recibido como regalo de Zeus — claro que el animal no era más que una de las muchas queridas del rey del Olimpo, a la que éste había transformado en vaca para burlar la vigilancia de su celosa esposa Hera.

Lo mismo podemos decir del episodio de Prometeo, a quien Hermes — siempre siguiendo las órdenes de Zeus— infligió cruel castigo. Y todo porque aquél se propuso siempre como meta ayudar a la humanidad. Enseñó a los mortales a curarse sus enfermedades, propuso la domesticación de los animales y, lo que entonces era más importante, descubrió para ellos el fuego con todas sus implicaciones (los dioses le acusaron de robo, por lo que pasó a la historia de la mitología como el ladrón del fuego de los dioses), les inventó un alfabeto e introdujo diversos métodos para medir el tiempo.

Todo lo anterior atrajo la envidia, que poco a poco se fue trocando en ira, de los dioses —especialmente de Zeus—, y fue cuando Hermes recibió el encargo de encadenarlo en la cima del monte Cáucaso. Un águila seria enviada por el día para que desgarrara sus entrañas; durante la noche volverá a restablecerse y de nuevo, al clarear el día, se iniciaría el tormento.

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