AGUAS TURBIAS

MITOLOGÍA UNIVERSAL Capítulo 21, V Parte

Esos dominios de perdición se hallaban, pues, surcados por ríos, o salpicados de lagos, a cual más profundo y apestoso. Cada uno de ellos tenía su propia característica; recordemos el río "Flegetón", con su caudal de fuego y rocas que chocaban entre sí para producir un ruido espantoso. Y mencionemos, también, al "Aqueronte", cuyas riberas se poblaban de criaturas desoladas en espera de juicio.

Pero, sobre todo, parémonos a contemplar la legendaria laguna "Estigia", con sus profundidades abisales tan llenas de misterios y secretos. En sus aguas, la nereida —ninfa de los mares y los océanos— Tetis bañó a su hijo Aquiles para hacerlo invulnerable, y lo sujetó por el talón. La tradición mítica, no obstante, aclara que este valeroso héroe moriría a consecuencia de una flecha que Paris le clavar en el único punto vulnerable de su cuerpo, es decir, en el talón. Desde entonces se ha incorporado al patrimonio lingüístico de la humanidad una frase, cargada de connotaciones, y que todos conocemos: "el talón de Aquiles".

Las heladas aguas de la laguna Estigia tenían, además, la propiedad de obligar a las deidades a resolver sus posibles conflictos y diferencias sin cometer perjurio. Cuentan las antiguas crónicas que Iris era la encargada de recoger el agua subterránea y transportarla en una jarra de oro hasta el Olimpo. Si los dioses juraban "por el agua de la laguna Estigia" y no cumplían sus promesas, les sobrevendría cruel castigo; se les privaría del néctar y la ambrosía y durante un largo periodo de tiempo no podrían vivir en el Olimpo.

También se decía que toda pieza metálica, o de cerámica, arrojada a la laguna Estigia, se rompía en pedazos; y únicamente los cascos de los caballos resistían su efecto destructivo. Además, sus pestilentes aguas exhalaban un hedor venenoso y letal.

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