AFRODITA Y VENUS EN EL ARTE

MITOLOGÍA UNIVERSAL Capítulo 15, XVI Parte

Naturalmente, hay que empezar por Afrodita, por su triunfo al nacer, una estampa constante en el arte occidental, desde el clasicismo heleno hasta el barroco más brillante. Es la viva imagen de la alegría, la exaltación total de la belleza. Junto a ella, como respaldo a su posterior desarrollo, está formando la base de todo el arte la estatuaria griega. Allí, más que en ninguna otra parte, es en donde Afrodita se nos muestra en todo su esplendor humanizado, demostrando que ella, por sí sola, es el canon de la belleza femenina, la medida de la perfección representada en volumen real, en las tres dimensiones del espacio real. Después, al ser llevada a las dos dimensiones de la pintura, Venus, ya con ese nombre para siempre, se nos revela como la incitadora que fue para el Olimpo y para los hombres que pudieron conocerla en la antigüedad mítica.

Es la Venus indolente, la bella orgullosa de su identidad, la mujer superior en hermosura y juventud a todas las demás mujeres que la han tenido que reverenciar inexcusablemente como un modelo lejano, inalcanzable. Se refuerza su belleza con espejos, para que se pueda duplicar la visión limitada por un plano, se subraya su poder con la presencia de humildes admiradores que se limitan a estar en su proximidad, quietos, casi estáticos. Goya nos da una visión realista de Venus en sus "majas", Ingres se mantiene fiel a Venus en sus 'odaliscas", y hasta el surrealismo de Dalí trata de trasladar la Venus de Milo a su terreno, como último homenaje a su perfección.

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