TEMIS, LA TITANIDA PRIMIGENIA

MITOLOGÍA UNIVERSAL Capítulo 22, VII Parte

Para concluir esta visión de Temis como madre, digamos sólo que lo fue de otras famosas y significativas hermanas, las tres Moiras o Parcas. Se trata de un trío, como es común en la mitología helenística, que tanto gusta de adscribirse al número tres: son Cloto, Láquesis y Atropos, las divinidades complementarias que nos recuerdan la duración de la vida y su fin, midiendo con exactitud el tiempo transcurrido y el que todavía queda a los mortales. Pero Temis antes que nada, antes de ser amante de Zeus y madre de tan ilustres hijas, fue, al principio de los tiempos, en la creación del Universo, la Titánida adscrita por Eurinome al planeta que hoy llamamos Júpiter. Temis fue también, ya como una diosa y en su propio templo, la divinidad magnánima que dio a Deucalión y a su esposa Pirra, los supervivientes del Diluvio, el regalo de una nueva generación de hombres y mujeres. De Temis proviene, pues, la humanidad renovada que habría de encargarse de poblar nuestro planeta; nuestra tierra purificada por uno de los muchos diluvios, ahora por esa lluvia enviada por Zeus, y que sirvió para aplacar su ira y la del resto del Olimpo, ante el repugnante comportamiento de Licaón, al querer invitar a los dioses a un banquete en el que ofrecía de manjar a su propio hijo. Temis se convierte así en la diosa que cierra el incidente y da otra nueva oportunidad a los humanos, como clara demostración de que toda ley, todo orden pasa por ella y en ella encuentra su lugar, porque su misión es la de hacer que el orden exista y se mantenga entre los pobladores de la tierra, pero no con la fuerza ni con el castigo, sino con el imperio de la ley y la justicia que el Olimpo depositó en ella.

No hay comentarios: