LA FORTUNA O EL DESTINO

MITOLOGÍA UNIVERSAL Capítulo 23, IX Parte

Otra de las deidades relacionadas con la vida moral, o con las costumbres, es la Fortuna. También se la conoce con el apelativo de "Tique" o "Tiqué" y, por lo general, presidía todos los actos provenientes de la incidencia del Destino en las acciones y negocios de los humanos. Se decía que los efectos de la Fortuna no empezaron a conocerse hasta bien entrada la época helenística; y la propia urbe por excelencia se habría constituido en símbolo de aquélla: Roma identificada con la Fortuna. Sin embargo, casi todas las leyendas atribuyen a la Fortuna un poder sobre la perfecta consecución de los negocios entre humanos. La Fortuna presidía, pues, todas las transacciones comerciales realizadas por mar. Ella protegía el ingente volumen de riquezas que llegaban a través de los océanos. La tradición más aceptada identifica a la Fortuna con la deidad que conduce el Destino y el Azar y, entre los primitivos griegos, se la denominaba con el epíteto Fors ("Casualidad", "Fortuna", "Azar"); era la diosa del Destino. Pero fueron los romanos, de la mano de Servio Tulio —a quien la Fortuna había mimado sobremanera, puesto que de esclavo lo había convertido en rey—, quienes aseguraron entre los pueblos antiguos la divinización del Destino o la Fortuna; además la asociaron con la riqueza y el poder alcanzados por su vasto imperio. Era necesario que el Destino, caprichoso y arbitrario de por sí, se pusiera siempre de parte de los humanos y, por ello, se le ofrecían sacrificios y se le instituyó culto en su honor. Varios templos se erigieron en Roma en honor de la Fortuna que aparecía representada con los atributos de la abundancia y otros símbolos.

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