ESPIRITUS PROTECTORES

MITOLOGÍA UNIVERSAL Capítulo 23, VIII Parte

La época clásica reconocía varias funciones a cumplir por los Lares aunque, por lo común, aparecían adscritos siempre a objetos y zonas geográficas, en vez de a personas. Y, así, había Lares de las encrucijadas de los caminos, a quienes les corresponda la misión de velar para que fueran transitables. Se les denominaba "Lares Compitales", pues presidían una capilla erigida en su honor que, por lo común, aparecía construida en la vera del cruce de caminos o en la confluencia de las principales calles de la ciudad. Cuando los Lares tenían por función proteger y cuidar las murallas que rodeaban a las grandes urbes, entonces recibían el nombre de "Lares Praestites" ("Lares Protectores"). Y si su cometido era preservar las casas o los hogares de todo peligro, es decir, si se convertían en personificaciones de los espíritus que anidaban en la más recóndita de las dependencias, su nombre era el de "Lares Familiaris"; éstos aparecían representados, en algunos casos, con la figura de un muchacho que cubría su cabeza con una corona de rosas, y se acompañaba de un perro. El sentido último, no obstante, de los Lares ("lar" en latín significa "hogar") guardaba relación con la necesaria sacralización de la tierra, para que los campos produjeran el fruto deseado; con la pretendida estabilidad de la institución familiar, pilar sobre el que se asienta la sociedad misma y, por último, con el temor que inspiraba la posible toma de las ciudades por parte de los enemigos, de aquí que no sólo se edificaran murallas para protegerse, sino que también se evocaba la presencia de los Lares para librarse, así, de todo daño exterior.

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