FLEGETON, TENARO, EREBO, ORCUS, AQUERONTE

MITOLOGÍA UNIVERSAL Capítulo 6, II Parte

Los únicos personajes aptos para administrar justicia, por así decirlo, eran Minos —rey de Creta— y su hermano Radamanto, y también Eaco, que gobernaba la isla de Egina.

Había delegado en ellos el dios de los abismos subterráneos, es decir Hades/Plutón, porque gozaban de gran probidad y honradez. Todas las almas de los muertos tenían que comparecer ante el tribunal formado por estos tres yacedores implacables.

Los condenados a los tormentos del Tártaro ya no podrían abandonar tan siniestro e infernal lugar, el cual permanecía amojonado por todos lados no sólo con sólidas fortificaciones y muros, sino también por el caudaloso y profundo río Flegetón que, en lugar de agua, llevaba fuego y cantos de gran tamaño que, al chocar, producían un ruido apocalíptico.

El río que tenían que atravesar las almas de los muertos, siempre que el barquero Caronte estuviere dispuesto a ello, para ser juzgadas en nombre de Hades/Plutón, recibía el nombre de Aqueronte. Sus aguas apestosas eran la personificación de un hijo de Helio/Sol y de Gea/Tierra, llamado Aqueronte, y al que, según narran todas las leyendas, castigó el poderoso Zeus —lo convirtió en pestilente río subterráneo— porque había dado de beber a los Gigantes cuando éstos luchaban contra aquél para conseguir el dominio del mundo. Como se sabe, la victoria final fue para el gran Zeus.

Otro de los lugares míticos, asociados al Tártaro y a lo infernal, era la roca de la región de Laconia que albergaba, en uno de sus extremos, una escabrosa cavidad de la cual emanaban toda clase de malos y nauseabundos olores. Se creía que en su abisal profundidad estaba el Tártaro y buena prueba de ello era la tufarada vaporosa que salía por la boca de la caverna oscura. Este escabroso peñasco era conocido por todos los habitantes de la citada región con el nombre de Ténaro.

Lo mismo sucedía con el Erebo, a quien se le tenía por hijo del Caos y por personificación de lo tenebroso, de la noche y de lo sombrío.

También el nombre de Orcus/Orco se asocia, con frecuencia, al Tártaro y a los infiernos. A veces se lo define como una deidad que gobierna en el reino de la muerte. El sentido de la frase "enviar al Orco" significaría mandar a alguien a la tétrica mansión de los muertos.

Dioses y héroes superan a los humanos en belleza, en juventud y en vigor.

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