EN MANOS DE LOS PIRATAS

MITOLOGÍA UNIVERSAL Capítulo 20, XII Parte

Según nos cuenta Homero, estaba Dioniso navegando por entre las docenas de islas del Egeo, y se encontraba a la sazón descansando sobre las rocas de la costa, cuando fue divisado por unos marineros que acertaron a pasar por las proximidades. Los marineros, que no eran sino traficantes de esclavos, vieron en el bello joven una presa de gran valor y decidieron su captura. Fondean allí mismo, se dirigen al lugar donde está plácidamente tumbado Dioniso y le someten por la fuerza, llevándole prisionero a bordo. El piloto de la nave pirata advierte que está ante un dios y se lo hace saber a sus compañeros. Los piratas se burlan del consejo y largan anclas, contando ya con los beneficios que les va a reportar la venta de tan bellísimo esclavo. Dioniso observa divertido la escena de la burla de los marineros hacia las palabras del asustado piloto y deja tranquilamente que pase el tiempo. Después, con la ironía de un dios, obra algunos prodigios muy suyos sobre la nave. En primer lugar hace que el mejor de los vinos se derrame sobre la cubierta de la pequeña embarcación y la recorra de un lado a otro, como si el mismo mar se hubiera transformado en vino y cubriera la embarcación. El palo mayor de la embarcación se cubre de hojas de parra y de ramas de hiedra y ya no queda duda, los horrorizados piratas comprenden al punto que el piloto no había hablado en vano, que aquel joven maravilloso era un verdadero dios y ellos se habían equivocado totalmente en su propósito de apoderarse de él, ahora eran ellos los que estaban en sus manos y nada podían hacer ni para huir de la embarcación, transformada en trampa mortal. Quieren regresar a tierra firme, pero ya no hay tiempo. Dioniso se convierte en una fiera tras otra, hasta lanzarse sobre el capitán de los piratas y destrozarle a la vista de sus secuaces. Ya parece que sólo les queda tratar de ponerse a salvo en el mar y al mar se arrojan; pero Dioniso no va a dejar que se salgan con la suya, tan pronto tocan el agua, los piratas se convierten en delfines y quedan para siempre allí atrapados. Tan sólo el piloto, el único que supo ver al dios como tal, queda fuera del castigo del divertido Dioniso, quien deja marchar en paz al pobre hombre, para que sea él quien cuente a los hombres todo lo que ha visto y vivido, cómo el dios supo vencer a unos enemigos tan necios y cómo se rió de ellos y su maldad. Pero Dioniso también aprovecha la travesía y desembarca en la isla de Nexos, en donde va a encontrarse ante un hecho de suma importancia en la última parte de su historia como dios sobre la tierra.

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