EL BUEN CONSEJERO

MITOLOGÍA UNIVERSAL Capítulo 21, III Parte

Acaso uno de los epítetos más legendarios para referirse a Hades/Plutón sea el de "Eubuleo, el Buen Consejero". Narradores de mitos cuentan la leyenda de Eubuleo, el porquero; éste se hallaba cuidando cerdos en un frondoso encinar, cuando un ruido ensordecedor llamó su atención. Observó que el cercano valle, hasta entonces pleno de colorido y belleza, cubierto de tupida hierba que, por así decirlo, servía de cobijo a enmarañadas matas de flores silvestres que aquí y allá resaltaban, se trocaba oscuro y gris. Y vio que la tierra se abría para formar un enorme agujero que critica por momentos, y que engullía con ansiosa voracidad todo cuanto encontraba a su paso: flores, hierbas, árboles... Hasta la piara de cerdos de Eubuleo se la tragó la tierra. De su hondura cavernosa surgió, como por ensalmo, una reata de negros corceles enganchados, todos ellos, a un carro chirrión conducido por un ser con figura de hombre y de cabeza invisible. Apenas transcurrieron unos instantes y ya las caballerías volvían grupas adentrándose en el oscuro pozo por donde acababan de salir. Pero el carro llevaba una preciada carga que su misterioso conductor sujetaba con fuerza. Se trataba de una muchacha que lloraba y gritaba llamando a su madre. Acababa de tener lugar un hecho mitológico que pasaría a la historia: el "rapto de Proserpina". Eubuleo, el único testigo, sabría más tarde que Hades, el rey de los abismos subterráneos, conducía el carro que transportara a Proserpina hasta sus apestosos dominios del dios de las tinieblas. Y cuando Ceres, madre de la infortunada muchacha, pasó por aquellos lugares buscando a Proserpina, Eubuleo le contó cuanto había visto.

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