ARISTEO

MITOLOGÍA UNIVERSAL Capítulo 10, VIII Parte

En una legendaria tierra, bañada por las aguas marinas, nació Aristeo. La venturosa tierra había acogido en su seno a dos ilustres personajes, es decir, a Apolo y a la bella ninfa Cirene. De su unión nacería Aristeo.

Desde muy niño fue educado por las Musas, quienes le enseñaron todo lo concerniente al arte de la predicción y de la adivinación; también le mostraron el poder curativo de las plantas y todos los lenitivos y remedios contra las diversas enfermedades.

Mas adelante, también las Ninfas colaboraron en la tarea de hacer de Aristeo un hombre de provecho. Merced a todo ello, conoció la técnica de la apicultura y las diferentes formas de cultivo de los olivos: además, le enseñaron los variados modos de cobrar piezas, con lo que se convirtió en un experto cazador y dominador de la práctica de la cinegética.

En cierta ocasión, Aristeo libró a los habitantes de las islas Cíclades de la terrible enfermedad de la peste. Mas, curiosamente, para esto no utilizó su sabiduría curativa, sino que, armándose de paciencia, cumplió diariamente con un ritual en honor de Zeus. El dios, agradecido, envió un viento fresco y bonancible a aquel lugar de desahucio y la terrible enfermedad se alejó para siempre de allí.

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