LA DIOSA DE LOS NIVEOS BRAZOS

MITOLOGÍA UNIVERSAL Capítulo 8, V Parte

Como hemos podido apreciar, suele resaltarse el papel vengativo de la diosa Hera y, aunque se la reconoce un preponderante papel entre los demás dioses del Olimpo, sin embargo, su prestigio no es aceptado por completo, en ocasiones, a causa de las acaloradas disputas con Zeus.

No obstante, la diosa Hera compartía, al menos formalmente o, por así decirlo, de manera protocolaria, el trono del Olimpo con el poderoso Zeus. Claro que, a veces, se perdían las formas y discutían entre ellos sin importarles ni las críticas ni los comentarios de los demás moradores del sagrado y mítico monte. Cuando Hera asistía a las reuniones celebradas en el utópico Olimpo, los dioses que se hallaban presentes se levantaban para honrarla por hacer acto de presencia ante ellos.

"Los dioses inmortales, que se hallaban reunidos en el palacio de Zeus, levantáronse al ver llegar a Hera, la diosa de los níveos brazos, y le ofrecieron copas de néctar. Y Hera aceptó la que le presentaba Temis, la de hermosas mejillas, que fue la primera que corrió a su encuentro"

En cierta ocasión Hera y Zeus discutieron sobre cuál de los dos le daba más importancia al afecto y al amor. Como no se ponían de acuerdo — puesto que según la primera, ella, como hembra, sabía mucho más del amor que cualquier otro dios, y según el segundo, son los varones quienes más conocimientos afectivos desarrollan y poseen—, decidieron someterse al juicio del, por entonces, prestigioso adivino y sabio Tiresias. Como éste diera la razón a Zeus y, por lo mismo, desautorizara el criterio de Hera, le sobrevino un castigo infligido por la diosa que consistió en privarle de la vista. Al ciego Tiresias le fue dado por el poderoso Zeus, y para contrarrestar su desgracia, el don de la profecía y la adivinación; de esta manera, parte del mal causado por la vengativa Hera quedaba reparado.

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