EL DULCE SUEÑO

MITOLOGÍA UNIVERSAL Capítulo 8, II Parte

No es de extrañar que Hera, la primogénita femenina de Cronos y Rea, mostrara un talante hosco ante las correrías de su lujurioso esposo. Y esto ha sido aprovechado por los detractores de la diosa para tacharla, cuando menos, de irascible.

Todos los mitologistas acusan a la diosa de intransigencia y rencor, sin embargo no cabía más alternativa que plantarle cara al poderoso Zeus. De este modo, acaso podrían conseguirse resultados tendentes a la enmienda de su conducta para con Hera.

Pero, puesto que Zeus era el más grande de los dioses, y como además, todas las demás deidades le debían respeto y obediencia, no era fácil encontrar aliados contra los desmanes que infligía a su propia esposa, aunque todos coincidían en que la causa era justa.

A menudo, Hera recababa la ayuda de otros dioses del Olimpo para contrarrestar, y evitar, la infidelidad de Zeus. Mas nadie se atrevía a engañar al rey de los dioses y de los hombres. Unas veces solicitaba la ayuda del Sueño para que adormeciera al rey del Olimpo y otras recurría al consejo de la dulce Venus con la intención de plagiar sus encantos, y, así, someter afectivamente al lúdicro y libidinoso dios. Homero nos lo describe en "La Ilíada" de la forma lírica siguiente:

"Hera dejó en raudo vuelo la cima del Olimpo y pasando por la Pieria y la deleitosa Ebatia, salvó las altas y nevadas cumbres de las montañas donde viven los jinetes tracios, sin que sus pies tocaran la tierra; descendió por el Atos al fluctuoso mar y llegó a Lemnos, ciudad del divino Toante. Allí se encontró con el Sueño, hermano de la Muerte; y asiéndole de la diestra, le dijo estas palabras: "!Oh Sueño, rey de todos los dioses y de todos los hombres!. Si en otra ocasión escuchaste mi voz, obedéceme también ahora, y mi gratitud será perenne. Adormece los brillantes ojos de Zeus debajo de sus párpados, tan pronto como, vencido por el amor, se acueste conmigo. Te daré como premio un trono hermoso, incorruptible, de oro; y mi hijo Hefesto, el cojo de ambos pies, te hará un escabel que te sirva para apoyar las nítidas plantas, cuando asistas a los festines."

Respondióle el dulce Sueño: "¡Hera, venerable diosa, hija del gran Cronos! Fácilmente adormecería a cualquier otro de los sempiternos dioses y aun a las corrientes del río Océano, que es el padre de todos ellos, pero no me acercaré ni adormecer a Zeus/Júpiter si él no lo manda".

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