MITOLOGÍA UNIVERSAL Capítulo 23, XIII Parte
Lo cierto es que todas las deidades hasta aquí reseñadas aparecen evocadas en los denominados "Indigamenta" que, en realidad, eran como una especie de cuerpo doctrinal cuyo contenido estaba formado por oraciones e invocaciones de todo tipo. Había una para cada tiempo y circunstancia de la vida, y cada genio o dios doméstico tenía la suya. La creencia popular inventaba las diferentes preces de los "Indigamenta" con el propósito de procurarse todos los beneficios atribuidos a las deidades benéficas que, a través de los tiempos, habían ido creándose. Pero también existían geniecillos dañinos que había que calmar y, por esto mismo, se hacía necesario imprecarles de algún modo. Es aquí cuando los "Indigamenta" son recitados por las gentes, al margen de las creencias y formas oficializadas; pues, según el particular criterio de la masa —azuzado y alimentado, sin ningún rubor, por los arribistas y cuajaenredos de turno—, el mundo entero albergaba toda clase de criaturas misteriosas que tenían por especial misión dirigir las acciones de los humanos. Para conseguir la libertad plena, por tanto, se hacía necesario estar a bien con esas criaturas ocultas y poderosas, ya que dominaban la propia voluntad de los humanos, y la mejor forma de conseguir los apetecidos logros era echar mano de la oportuna "Indigamenta". De aquí que el conocimiento pleno de las distintas plegarias, allí contenidas, se hiciera imprescindible para las gentes de toda condición. Esta especie de fe popular tuvo mayor arraigo en Roma que en Grecia y, las deidades alegóricas, detentadoras de aspectos morales, constituyeron una de las improntas más marcadas del pueblo romano.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)